Yawar Copana Mamani
“Deja que duerman los queswas y aymaras, porque
cuando despierte mañana será el inicio del cataclismo humano, avanzara canteras
de Ayllu Runa Comuneros y Proletarios, hontanares de ríos profundos, las
tempestades ardiendo de rojo vivo y la chispa en llamas por los cuatro
costados, entonces vendrá el veredicto final de la consumación”
Roberto B. Mamani Mendoza. La amarga verdad.
Entre 1841-42, tras
la disolución de la Confederación Perú-Boliviana el entonces presidente del
Perú, el General Agustín Gamarra tomo la decisión de invadir y anexar Bolivia
por segunda vez al Perú. Ya en 1828, había ocupado La Paz, Oruro, avanzando con
sus tropas hasta llegar a Cochabamba. Los gobernantes de aquel entonces, tenían
una actitud pro-peruana; ante la inocuidad del ejército boliviano. El General
asaltante, para fines de junio de 1828 ya había concentrado sus fuerzas hasta
las mismas puertas de la Casa de la Libertad, en Chuquisaca.
Si bien, con la firma
del Tratado de Piquiza, en julio de 1828, se dio por finalizado tal invasión,
aquel arreglo fue negativo y anticonstitucional a la soberanía de la reciente
republica colonial; la fuerte influencia del General cuzqueño era evidente en
los gobiernos militares de por entonces, que respondían sin consideración a los
intereses peruanos.
Para 1841, el
horizonte republicano no cambio; se halló sumida y cercenada, bajo intereses
oligárquicos de las castas dominantes. La Republica, ciertamente se hallaba por
entonces en medio de una turbulencia política, en uno de los periodos de mayor
inestabilidad de nuestra historia colonial republicana, con tres gobiernos:
1) uno legitimo en la
ciudad de Sucre, presidido por José María Serrano, que suplía a José Miguel
Velasco que estaba preso;
2) el de la
regeneración en Cochabamba dirigido por Sebastián Agreda durante 29 días, y
3) el de José
Ballivian en La Paz, que había reunido todos los complejos rebeldes y logro
hacerse proclamar presidente.
El ejército peruano
por entonces era superior en armas y en cuantía de soldados.
Al comienzo tenían la
logística militar muy bien estructurado, ocupando un enorme territorio desde la
frontera, atravesando Desaguadero, Guaqui y Achacachi; combates que fueron
resistidos en las pampas de Laja, de allí el ejército boliviano se replegó
hasta las mediaciones de Cucüta, allí permanecieron el tiempo suficiente, para
contener al hostil ejercito incaico.
El ejército peruano
estaba concentrado en Masucruz, a 30 km de La Paz —actual sede de gobierno— de
donde aprovechando el caos político que se había generado en Bolivia, intento
incorporar nuestro territorio bajo el dominio del gobierno del Perú.
El pueblo Boliviano
no sabía casi nada de lo que sucedía, solo por algunos rumores inciertos se
enteraron de la invasión de los peruanos, muchos campesinos e indígenas
ignoraban sobre la situación, ya que en esa época no había radioemisoras u
otros medios de comunicación, eran aun los chasquis o postillones, que
informaban de persona a persona o de comunidad en comunidad a los patrones de
las haciendas, a lo mucho existía la telegrafía en los pueblos, que funcionaba
en clave morse.
El ejército boliviano
comandado por el militar José Ballivian, no contaba con una logística militar
bien formada, con armamento arcaico y con escasa cantidad de infantería, era un
ejército endeble y necesitado. A esto se le debe adjuntar, la felonía de los
latifundistas q’aras, que no disponían a la gente de su servidumbre, anteponían
sus intereses económicos patronales, antes que la defensa de la integridad
territorial.
La milicia boliviana
se encontraba en una situación crítica, en cuanto a combatientes y material
bélico, acaecía cierto nerviosismo en casi todos.
Las huestes de
Ballivian, se habían concentrado en Villa Remedios a donde se plegaron todo el
contingente, se incorporaron héroes de todas partes del altiplano y de los
valles.
Mientras en el mando
de Ballivian giraban vagas ideas por encontrar una táctica adecuada para vencer
en la guerra de las estrategias militares; el enemigo ya había rendido bastante
terreno, aproximadamente como siete provincias estaban ya bajo el dominio de
las huestes peruanas.
En todos había la
intranquilidad para vencer la guerra, por lo menos rescatar los territorios ya
tomados. En los soldados, en los oficiales, en las clases, emergían reyertas de
ideas, pero nadie se animaba a exponer su pensamiento, ya que los
planteamientos militares de los subordinados, eran considerados sin
importancia, aunque estos puedan definir el momento; la superioridad racial de
la oficialidad blanca, deshecha toda posibilidad de pensamiento medular de los
indios autóctonos.
Hubo una casualidad
en esta contienda, aunque paradójico para la historiografía militar de nuestras
FF.AA.: un día se le ocurre la insolencia al soldado tropero, de apellido
―Huallpa‖—un indio de pura cepa— decir a uno de sus superiores en aymara: ―Si
yo comandara esta guerra, rápidamente puedo ganar a estos peruanos, con una
buena idea y plan‖.
¿Cómo puedes ganar la
guerra?, ¿qué puedes hacer para ganar tú?, —desconcertado— le increpo uno de
los oficiales de Ballivian. A lo que el genial soldado le expuso: ―Yo reuniría
una gran cantidad de llamas y alpacas de las pampas del altiplano y con eso
puedo hacer que parezca nuestro ejército, con más soldados y puedo intimidar y
anular al enemigo‖.
Mientras tanto otro
soldado de apelativo ―Llaxuta‖ responde: ―Si yo comandara esta guerra, puedo
hacer que estos peruanos se mueran con diarrea‖.
Ciertamente, en el
arte de la guerra el arma más eficaz esta en las cosas insignificantes.
Dependiendo de la inteligencia y de la astucia de quien la conduce. Esta vez el
conocimiento de los dos indios aymaras, en la estrategia funciono
acertadamente. Nadie podía comprender, que comiendo frutas uno puede
enfermarse. La pera (fruta que se produce en los valles de La Paz), cuando se
come verde —antes de que madure— tiene la propiedad de aflojar el estómago, los
intestinos y provoca incontenible diarrea.
La época de la pera
generalmente es el fin de año, aparece para el mes de diciembre, pero en otros
años se adelanta y para noviembre ya está madura. Ese año de la incursión
peruana, estaba ya por madurar para el fin de noviembre. Las ideas de los dos
soldados aymaras, no era tan irracional; trascendió a los oídos de los
inmediatos superiores y llego hasta el tímpano de Ballivian. Su comando pronto
se interesó y convocó a los dos soldados. Sus comandantes le preguntaron.
¿Cuáles eran las ideas maestras que tenían para derrotar a los ocupantes?
Cada uno de ellos lo
han expuesto claramente con categoría y con toda sapiencia aymara.
Sobre esas dos ideas,
el alto mando militar de Ballivian, planificaron y desplazaron comisiones: 1) a
recolectar los animales indicados en el altiplano, 2) al valle a recolectar las
peras verdes, 3) las instruyeron a tomar contacto con los desplazados de
Gamarra, y 4) los campesinos deben repartir las peras a los soldados peruanos,
en cuantiosas canastas; simulando que ellos están solidarizándose con la tropa
peruana.
Llegado el día
indicado, los campesinos del valle se trasladaron a dónde estaban acampando el
ejército del presidente Gamarra, el plan se echa a andar.
Los troperos de
Gamarra, que se hallaban hambrientos, recibieron con tanta satisfacción, hasta
que se consideraban halagados por los campesinos bolivianos. Mientras tanto a
los camélidos se los concentro, en las proximidades de Qhala Marka. Ahí, a los
animales les colocaron en la frente, en los parietales y en las orejas,
―vidrios colgandos‖, para que brille y refleje, aparentando a las bayonetas de
los fusiles, de incontables soldados bolivianos.
Se organizaron los
escuadrones de marcha, cada diez animales comandados por un soldado en fila
horizontal. Con lo que la cantidad de bestias aparentaba ser miles de soldados
avanzando. Arreado en una marcha dinámica, comandado por los oficiales y clases
designados, por delante, inicio la batalla de las llamas y alpacas.
Los peruanos
virtualmente al segundo día de haber comido las peras estarían relajados, al
tercer día estarían convalecientes, frágiles; ese era el día propicio para
contraatacar y sacar la ventaja.
Aquel 17 de
noviembre, una vez definido el plan de ataque; Ballivian manifestó a su
contingente lleno de ideas de aniquilación y pronuncio: Compatriotas, "Los
enemigos que veis al frente pronto desaparecerán como las nubes cuando las bate
el viento, dependerá de nuestra audacia el triunfo de esta batalla, gracias al
pensamiento de dos aymaras (Huallpa y Llaxuta), que nos dio la idea de dotarnos
de un ejército simbólico, con una buena iluminación y excelente inspiración
(refiriéndose al día siguiente) ahora venceremos al enemigo más fuerte, que
está en el frente, pero en realidad son iguales hombres que nosotros, no
invencibles, adelante compatriotas ¡hoy es nuestro triunfo!‖
En tanto, los
soldados simbólicos avanzaron hasta las proximidades de Pucüta y luego hasta la
loma de Waraquni, juntamente con el ejército de Ballivian. En la mañana del 18
de noviembre, en el alba los desplazaron en toda la loma, donde era visible
impresionar como ejército. Ballivian lanzo su ataque decisivo desde Pucüta en
posición de asalto sobre los de Gamarra que estaba acampado en Mazucruz, como a
diez kilómetros. Sorprendidos por la ofensiva, los peruanos retrocedieron, y
cuando desde la distancia vieron el avance aparente de un enorme ejército de
miles de soldados, la impresión los derroto moralmente a los troperos peruanos
convalecientes. Gamarra ordeno la retirada, porque su ejército no pudo avanzar
con destreza, estando en un estado inconveniente, entonces perseguidos por
aquel ejército ―aymara-queswa‖ fueron alcanzados y hundidos en el lodo, en las
pampas de paja brava, de la provincia Ingavi.
A la muerte de
Gamarra las tropas bolivianas tuvieron la oportunidad de invadir una parte del
territorio peruano acercándose hasta Puno, Cuzco y Arica. Con lo que finaliza
todo proyecto de unificar Perú y Bolivia, en una sola Republica.
Es esta batalla, la
que se conoce como la batalla de Ingavi, que ciertamente es la única batalla
ganada por el ejército boliviano, gracias a la astucia y sabiduría de los
indios…
CONSIDERACIONES FINALES
La tarea estratégica
de la descolonización de las FF.AA. es uno de los desafíos de mayor audacia, en
el actual Estado Plurinacional. Para el Ministro de Defensa, Reymi Ferreira, el
modelo que se habría de desarrollar en la llamada ―Escuela Antiimperialista‖,
sería el de: German Busch Becerra, considerado como el primer presidente
antiimperialista militar; el de los presidentes Gualberto Villarroel, Juan José
Torres, y Alfredo Ovando Candia, también vistos como antiimperialistas y
anticolonialistas‖. Frente a todo esto, el INDIANISMO, se propone, como diría
REINAGA: ―…convertir al ejercito de Bolivia en Ejército Indio. Es necesario
indianizar a los generales, jefes y oficiales blancos…Ellos que manejan indios
jóvenes, en vez de asimilarse al indio, hablando en indio, sintiendo en indio,
pensando en indio;…hacen lo contrario…La sustancia ideológica del Estado Mayor
General no se halla en Bolívar y menos en los generales Challcuchimac,
Quizquiz, Manco II, Tupaj Amaru, Tupaj Katari, Cnl. Willka; se halla en
Napoleon, Jacques Sever, Hans Kundt, Eisenhawer, Hitler, Stalin, De Gaulle o
Chian-Kai-Shek‖, entonces existe la necesidad histórica de que nuestras FF.AA sean
vuelvan plenamente indio.
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