sábado, 17 de septiembre de 2016

Los aymaras en la Batalla de Ingavi (1841-42)

Yawar Copana Mamani
“Deja que duerman los queswas y aymaras, porque cuando despierte mañana será el inicio del cataclismo humano, avanzara canteras de Ayllu Runa Comuneros y Proletarios, hontanares de ríos profundos, las tempestades ardiendo de rojo vivo y la chispa en llamas por los cuatro costados, entonces vendrá el veredicto final de la consumación”
Roberto B. Mamani Mendoza. La amarga verdad.
Entre 1841-42, tras la disolución de la Confederación Perú-Boliviana el entonces presidente del Perú, el General Agustín Gamarra tomo la decisión de invadir y anexar Bolivia por segunda vez al Perú. Ya en 1828, había ocupado La Paz, Oruro, avanzando con sus tropas hasta llegar a Cochabamba. Los gobernantes de aquel entonces, tenían una actitud pro-peruana; ante la inocuidad del ejército boliviano. El General asaltante, para fines de junio de 1828 ya había concentrado sus fuerzas hasta las mismas puertas de la Casa de la Libertad, en Chuquisaca.
Si bien, con la firma del Tratado de Piquiza, en julio de 1828, se dio por finalizado tal invasión, aquel arreglo fue negativo y anticonstitucional a la soberanía de la reciente republica colonial; la fuerte influencia del General cuzqueño era evidente en los gobiernos militares de por entonces, que respondían sin consideración a los intereses peruanos.
Para 1841, el horizonte republicano no cambio; se halló sumida y cercenada, bajo intereses oligárquicos de las castas dominantes. La Republica, ciertamente se hallaba por entonces en medio de una turbulencia política, en uno de los periodos de mayor inestabilidad de nuestra historia colonial republicana, con tres gobiernos:
1) uno legitimo en la ciudad de Sucre, presidido por José María Serrano, que suplía a José Miguel Velasco que estaba preso;
2) el de la regeneración en Cochabamba dirigido por Sebastián Agreda durante 29 días, y
3) el de José Ballivian en La Paz, que había reunido todos los complejos rebeldes y logro hacerse proclamar presidente.
El ejército peruano por entonces era superior en armas y en cuantía de soldados.
Al comienzo tenían la logística militar muy bien estructurado, ocupando un enorme territorio desde la frontera, atravesando Desaguadero, Guaqui y Achacachi; combates que fueron resistidos en las pampas de Laja, de allí el ejército boliviano se replegó hasta las mediaciones de Cucüta, allí permanecieron el tiempo suficiente, para contener al hostil ejercito incaico.
El ejército peruano estaba concentrado en Masucruz, a 30 km de La Paz —actual sede de gobierno— de donde aprovechando el caos político que se había generado en Bolivia, intento incorporar nuestro territorio bajo el dominio del gobierno del Perú.
El pueblo Boliviano no sabía casi nada de lo que sucedía, solo por algunos rumores inciertos se enteraron de la invasión de los peruanos, muchos campesinos e indígenas ignoraban sobre la situación, ya que en esa época no había radioemisoras u otros medios de comunicación, eran aun los chasquis o postillones, que informaban de persona a persona o de comunidad en comunidad a los patrones de las haciendas, a lo mucho existía la telegrafía en los pueblos, que funcionaba en clave morse.
El ejército boliviano comandado por el militar José Ballivian, no contaba con una logística militar bien formada, con armamento arcaico y con escasa cantidad de infantería, era un ejército endeble y necesitado. A esto se le debe adjuntar, la felonía de los latifundistas q’aras, que no disponían a la gente de su servidumbre, anteponían sus intereses económicos patronales, antes que la defensa de la integridad territorial.
La milicia boliviana se encontraba en una situación crítica, en cuanto a combatientes y material bélico, acaecía cierto nerviosismo en casi todos.
Las huestes de Ballivian, se habían concentrado en Villa Remedios a donde se plegaron todo el contingente, se incorporaron héroes de todas partes del altiplano y de los valles.
Mientras en el mando de Ballivian giraban vagas ideas por encontrar una táctica adecuada para vencer en la guerra de las estrategias militares; el enemigo ya había rendido bastante terreno, aproximadamente como siete provincias estaban ya bajo el dominio de las huestes peruanas.
En todos había la intranquilidad para vencer la guerra, por lo menos rescatar los territorios ya tomados. En los soldados, en los oficiales, en las clases, emergían reyertas de ideas, pero nadie se animaba a exponer su pensamiento, ya que los planteamientos militares de los subordinados, eran considerados sin importancia, aunque estos puedan definir el momento; la superioridad racial de la oficialidad blanca, deshecha toda posibilidad de pensamiento medular de los indios autóctonos.
Hubo una casualidad en esta contienda, aunque paradójico para la historiografía militar de nuestras FF.AA.: un día se le ocurre la insolencia al soldado tropero, de apellido ―Huallpa‖—un indio de pura cepa— decir a uno de sus superiores en aymara: ―Si yo comandara esta guerra, rápidamente puedo ganar a estos peruanos, con una buena idea y plan‖.
¿Cómo puedes ganar la guerra?, ¿qué puedes hacer para ganar tú?, —desconcertado— le increpo uno de los oficiales de Ballivian. A lo que el genial soldado le expuso: ―Yo reuniría una gran cantidad de llamas y alpacas de las pampas del altiplano y con eso puedo hacer que parezca nuestro ejército, con más soldados y puedo intimidar y anular al enemigo‖.
Mientras tanto otro soldado de apelativo ―Llaxuta‖ responde: ―Si yo comandara esta guerra, puedo hacer que estos peruanos se mueran con diarrea‖.
Ciertamente, en el arte de la guerra el arma más eficaz esta en las cosas insignificantes. Dependiendo de la inteligencia y de la astucia de quien la conduce. Esta vez el conocimiento de los dos indios aymaras, en la estrategia funciono acertadamente. Nadie podía comprender, que comiendo frutas uno puede enfermarse. La pera (fruta que se produce en los valles de La Paz), cuando se come verde —antes de que madure— tiene la propiedad de aflojar el estómago, los intestinos y provoca incontenible diarrea.
La época de la pera generalmente es el fin de año, aparece para el mes de diciembre, pero en otros años se adelanta y para noviembre ya está madura. Ese año de la incursión peruana, estaba ya por madurar para el fin de noviembre. Las ideas de los dos soldados aymaras, no era tan irracional; trascendió a los oídos de los inmediatos superiores y llego hasta el tímpano de Ballivian. Su comando pronto se interesó y convocó a los dos soldados. Sus comandantes le preguntaron. ¿Cuáles eran las ideas maestras que tenían para derrotar a los ocupantes?
Cada uno de ellos lo han expuesto claramente con categoría y con toda sapiencia aymara.
Sobre esas dos ideas, el alto mando militar de Ballivian, planificaron y desplazaron comisiones: 1) a recolectar los animales indicados en el altiplano, 2) al valle a recolectar las peras verdes, 3) las instruyeron a tomar contacto con los desplazados de Gamarra, y 4) los campesinos deben repartir las peras a los soldados peruanos, en cuantiosas canastas; simulando que ellos están solidarizándose con la tropa peruana.
Llegado el día indicado, los campesinos del valle se trasladaron a dónde estaban acampando el ejército del presidente Gamarra, el plan se echa a andar.
Los troperos de Gamarra, que se hallaban hambrientos, recibieron con tanta satisfacción, hasta que se consideraban halagados por los campesinos bolivianos. Mientras tanto a los camélidos se los concentro, en las proximidades de Qhala Marka. Ahí, a los animales les colocaron en la frente, en los parietales y en las orejas, ―vidrios colgandos‖, para que brille y refleje, aparentando a las bayonetas de los fusiles, de incontables soldados bolivianos.
Se organizaron los escuadrones de marcha, cada diez animales comandados por un soldado en fila horizontal. Con lo que la cantidad de bestias aparentaba ser miles de soldados avanzando. Arreado en una marcha dinámica, comandado por los oficiales y clases designados, por delante, inicio la batalla de las llamas y alpacas.
Los peruanos virtualmente al segundo día de haber comido las peras estarían relajados, al tercer día estarían convalecientes, frágiles; ese era el día propicio para contraatacar y sacar la ventaja.
Aquel 17 de noviembre, una vez definido el plan de ataque; Ballivian manifestó a su contingente lleno de ideas de aniquilación y pronuncio: Compatriotas, "Los enemigos que veis al frente pronto desaparecerán como las nubes cuando las bate el viento, dependerá de nuestra audacia el triunfo de esta batalla, gracias al pensamiento de dos aymaras (Huallpa y Llaxuta), que nos dio la idea de dotarnos de un ejército simbólico, con una buena iluminación y excelente inspiración (refiriéndose al día siguiente) ahora venceremos al enemigo más fuerte, que está en el frente, pero en realidad son iguales hombres que nosotros, no invencibles, adelante compatriotas ¡hoy es nuestro triunfo!‖
En tanto, los soldados simbólicos avanzaron hasta las proximidades de Pucüta y luego hasta la loma de Waraquni, juntamente con el ejército de Ballivian. En la mañana del 18 de noviembre, en el alba los desplazaron en toda la loma, donde era visible impresionar como ejército. Ballivian lanzo su ataque decisivo desde Pucüta en posición de asalto sobre los de Gamarra que estaba acampado en Mazucruz, como a diez kilómetros. Sorprendidos por la ofensiva, los peruanos retrocedieron, y cuando desde la distancia vieron el avance aparente de un enorme ejército de miles de soldados, la impresión los derroto moralmente a los troperos peruanos convalecientes. Gamarra ordeno la retirada, porque su ejército no pudo avanzar con destreza, estando en un estado inconveniente, entonces perseguidos por aquel ejército ―aymara-queswa‖ fueron alcanzados y hundidos en el lodo, en las pampas de paja brava, de la provincia Ingavi.
A la muerte de Gamarra las tropas bolivianas tuvieron la oportunidad de invadir una parte del territorio peruano acercándose hasta Puno, Cuzco y Arica. Con lo que finaliza todo proyecto de unificar Perú y Bolivia, en una sola Republica.
Es esta batalla, la que se conoce como la batalla de Ingavi, que ciertamente es la única batalla ganada por el ejército boliviano, gracias a la astucia y sabiduría de los indios…
CONSIDERACIONES FINALES
La tarea estratégica de la descolonización de las FF.AA. es uno de los desafíos de mayor audacia, en el actual Estado Plurinacional. Para el Ministro de Defensa, Reymi Ferreira, el modelo que se habría de desarrollar en la llamada ―Escuela Antiimperialista‖, sería el de: German Busch Becerra, considerado como el primer presidente antiimperialista militar; el de los presidentes Gualberto Villarroel, Juan José Torres, y Alfredo Ovando Candia, también vistos como antiimperialistas y anticolonialistas‖. Frente a todo esto, el INDIANISMO, se propone, como diría REINAGA: ―…convertir al ejercito de Bolivia en Ejército Indio. Es necesario indianizar a los generales, jefes y oficiales blancos…Ellos que manejan indios jóvenes, en vez de asimilarse al indio, hablando en indio, sintiendo en indio, pensando en indio;…hacen lo contrario…La sustancia ideológica del Estado Mayor General no se halla en Bolívar y menos en los generales Challcuchimac, Quizquiz, Manco II, Tupaj Amaru, Tupaj Katari, Cnl. Willka; se halla en Napoleon, Jacques Sever, Hans Kundt, Eisenhawer, Hitler, Stalin, De Gaulle o Chian-Kai-Shek‖, entonces existe la necesidad histórica de que nuestras FF.AA sean vuelvan plenamente indio.


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